Abelardo Luján Rodríguez


Al renunciar el presidente Pascual Ortiz Rubio, por decisión unánime del Congreso, Abelardo L. Rodríguez fue nombrado presidente sustituto el 3 de septiembre de 1932 para el periodo presidencial que concluía el 30 de noviembre de 1934. Al día siguiente, declaró a la prensa: “Honrado por el H. Congreso de la Unión con el nombramiento de Presidente constitucional sustituto de la República para terminar el actual periodo, declaro que haré todos los esfuerzos posibles y necesarios  para cumplir con mis deberes, constituyendo un gobierno serio nacional, en que haya unidad de acción y que lleve la confianza y tranquilidad a la República para que todos los sectores del país puedan dedicarse al trabajo, logrando así la reconstrucción y el desarrollo económicos de la nación. Procuraré llevar a su cabal desarrollo los postulados de la Revolución y cumplir el programa de mi partido, ajustando todos mis actos a los mandatos de la ley y a las limitaciones que la Constitución General de la República impone al Poder Ejecutivo.”

Por su estrecha vinculación con el general Plutarco Elías Calles, la influencia del Jefe Máximo de la Revolución en su gobierno sería manifiesta. 
Al asumir la presidencia Abelardo L. Rodríguez, los efectos de la crisis económica norteamericana llegaban dolorosamente a México, e inclusive muchos trabajadores mexicanos radicados en Estados Unidos regresaban al país expulsados por el desempleo. En lo interno, la economía estaba en receso y la moneda perdía sensiblemente su valor adquisitivo; los problemas sociales se agudizaban, el descontento popular crecía y los movimientos populares endurecían sus posiciones. Además, tras las rebeliones militares recientes, las violentas y cuestionadas elecciones pasadas y los conflictos entre los miembros del grupo callista que habían provocado la renuncia de Ortiz Rubio, el país se encontraba profundamente dividido. Por si fuera poco, la guerra cristera todavía no se apagaba en algunos estados como Jalisco y Tabasco.

En materia política, para promover la circulación de los políticos en los puestos de representación popular y desvanecer toda duda sobre las intenciones del general Calles de regresar a la presidencia, Abelardo L. Rodríguez decretó la reforma constitucional que propuso el PNR. Se estableció el principio de la no reelección inmediata en todos los cargos de elección popular: presidentes municipales, diputados locales, gobernadores, diputados federales y senadores. Asimismo, la reforma constitucional ratificó la no reelección absoluta del presidente de la República; amplió a tres y seis años el periodo de los diputados y senadores respectivamente; normó el nombramiento de los presidentes interinos y prohibió absolutamente que los presidentes permanecieran en el cargo una vez concluido el periodo correspondiente. También amplió el periodo presidencial de cuatro a seis años, estableciendo el Plan Sexenal.
En cuanto al conflicto con la iglesia católica, que continuaba por la reglamentación de la Ley de Cultos en los estados de la República, el presidente Abelardo L. Rodríguez tuvo que enfrentar la Encíclica Acerba Animi(La preocupación que nos embarga), del Papa Pío XI publicada el 9 de septiembre de 1932 y dirigida a los miembros de la jerarquía católica de México, en la que el Papa lamentaba la infidelidad de las autoridades civiles a los arreglos pacíficos de 1929, y exhortaba al pueblo a la oración, a la penitencia y a la prudencia. El presidente Rodríguez rechazó la Encíclica por considerarla una intervención política en los asuntos internos del país y decretó la expulsión del Delegado Apostólico, Monseñor Leopoldo Ruiz y Flores, Arzobispo de Morelia.
Además, durante su gobierno, los conflictos con la iglesia católica se agudizaron porque Narciso Bassols, secretario de Educación Pública, implantó la educación sexual en los dos últimos años de la primaria y en la secundaria. Algunas de las manifestaciones de católicos en contra de la medida fueron disueltas por la fuerza.  Además, el 10 de octubre de 1934 se aprobaron las reformas al Artículo 3° de la Constitución para establecer la educación socialista, lo cual tensó nuevamente la relación iglesia católica- Estado.

En materia agraria, Abelardo L. Rodríguez reformó la Constitución, creó el Departamento Agrario, promulgó la Ley de Crédito Agrícola y expidió el primer Código Agrario el 22 de marzo de 1934. Reinició el reparto agrario y permitió que se organizara la Confederación Campesina Mexicana, encabezada por el coronel Adalberto Tejeda. Pero promovió que en los ejidos fueran los individuos los dueños de la tierra y no las comunidades.
Por otra parte, para enfrentar las demandas populares, el gobierno de Abelardo L. Rodríguez recurrió a la represión en primera instancia. Pero al mismo tiempo, creó el Departamento Autónomo del Trabajo que absorbió las Juntas Federales de Conciliación y Arbitraje, para regular los conflictos obrero-patronales. Asimismo, promovió la organización del movimiento obrero en sindicatos y centrales, como el Sindicato de Ferrocarrileros y la Confederación General Obrera y Campesina de México, pero se opuso a la participación de los líderes y de los sindicatos obreros en la política del país. Además, el 5 de enero de 1934 decretó el salario mínimo, cuyas tarifas señaló el presidente para el Distrito Federal y los estados de la República; expidió la Ley del Servicio Civil, que amparó a los trabajadores del gobierno y aseguró su estabilidad en el empleo; y prometió el establecimiento de un seguro social para los trabajadores.

Para estimular la economía, bajo la influencia del general Calles, su secretario de Hacienda, Abelardo L. Rodríguez centralizó las finanzas públicas nacionales en dicha secretaría; fundó Nacional Financiera, con capital de 50 millones de pesos, de los cuales 20 fueron aportados por el gobierno; creó el organismo estatal Petróleos Mexicanos (Petromex) ante la negativa de las empresas petroleras extranjeras a proseguir la explotación y la exploración del petróleo y decretó la ampliación de las fronteras litorales en 50 km, para aumentar las reservas de hidrocarburos. Asimismo, fundó el Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas y las Juntas Federales de Mejores Materiales. Además promovió la racionalización de la industria pesquera y la creación de la Compañía Aeronaves de México.
En política exterior, negoció el pago de la deuda externa, propugnó por el desarme de las potencias y sostuvo el principio de igualdad entre el hombre y la mujer en las conferencias internacionales. También promulgó la Ley del Servicio Exterior.
A pesar de la crisis económica, Abelardo L. Rodríguez realizó algunas obras públicas como el Palacio de Bellas Artes y el monumento a Álvaro Obregón, así como una presa en Aguascalientes y un mercado en el Distrito Federal, que llevan su nombre.

Entregó la presidencia al general Lázaro Cárdenas el 1° de diciembre de 1934.
Después de ocupar la presidencia, presidió y fundó el Banco Mexicano, el Banco Mexicano de Occidente, y Crédito Central Mexicano, así como numerosas empresas pesqueras e industriales en el norte de Baja California.

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